LAS MALDICIONES PERDURAN EN EL TIEMPO

 LAS MALDICIONES PERDURAN EN EL TIEMPO

La ciudad de Jericó ha sido finalmente tomada y Josué declara entonces lo siguiente: “¡Maldito sea en la presencia del Señor el que se atreva a reconstruir esta ciudad! Que eche los cimientos a costa de la vida de su hijo mayor. Que ponga las puertas a costa de la vida de su hijo menor.”

Después de esto el pueblo de Israel va estableciéndose poco a poco en la tierra y los años van pasando, 500 años después de lo sucedido, durante el reinado de un tal Acab, surge un hombre llamado Hiel, al cual se le ocurre reconstruir nuevamente Jericó.

¿Y qué creen que sucedió? Pues lo que estaba ya anunciado: Pierde a su hijo primogénito al empezar la construcción y a su hijo menor al terminarla.

Y es que las maldiciones no caducan ni pierden fuerza con el tiempo, cuando una maldición es proferida sobre un lugar, una situación o una persona, no importa cuánto tiempo pase, ahí seguirá intacta aún a través de los siglos.

Otro ejemplo de ello es la maldición de Tamerlán, un famoso caudillo mongol, en cuya tumba había sido proferida una maldición de destrucción para el pueblo que la profanase; sucedió que siglos después de proferida, el 20 de junio de 1920 un equipo de arqueólogos soviéticos abre la tumba a pesar de las advertencias echas por los lugareños y 2 días después Hitler invade la Unión Soviética con una perdida de varios millones de vidas.

Y es que como te dije ya, las maldiciones así son, de ahí que si consideras que algo en tu vida ha sido maldecido de alguna forma no pienses que simplemente pasará, mientras no sea destruida adecuadamente no se detendrá y terminará haciendo pedazos todo aquello para lo que fue diseñada.

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