LAS MALDICIONES PERDURAN EN EL TIEMPO
LAS MALDICIONES PERDURAN EN EL TIEMPO La ciudad de Jericó ha sido finalmente tomada y Josué declara entonces lo siguiente: “¡Maldito sea en la presencia del Señor el que se atreva a reconstruir esta ciudad! Que eche los cimientos a costa de la vida de su hijo mayor. Que ponga las puertas a costa de la vida de su hijo menor.” Después de esto el pueblo de Israel va estableciéndose poco a poco en la tierra y los años van pasando, 500 años después de lo sucedido, durante el reinado de un tal Acab, surge un hombre llamado Hiel, al cual se le ocurre reconstruir nuevamente Jericó. ¿Y qué creen que sucedió? Pues lo que estaba ya anunciado: Pierde a su hijo primogénito al empezar la construcción y a su hijo menor al terminarla. Y es que las maldiciones no caducan ni pierden fuerza con el tiempo, cuando una maldición es proferida sobre un lugar, una situación o una persona, no importa cuánto tiempo pase, ahí seguirá intacta aún a través de los siglos. Otro ejemplo de ello...